EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

martes, 15 de agosto de 2017

DICHOSO EL HOMBRE QUE ENCUENTRA LA SABIDURÍA Y ABUNDA EN INTELIGENCIA


1. Hermanos, ¿qué hacemos en este mundo y cuál es nuestra actitud frente a él? Si pretendemos salvarnos de este mundo perverso, ¿por qué pactamos con él? Si queremos huir ¿por qué nos cargamos con nuestras propias cadenas? Aunque sean de oro, es preferible vivir libres de ellas que estar encadenados con ellas. No pensemos cuánto valen, sino cuán mucno nos estorban. Si nos resulta ya muy molesto soportar la dureza de nuestra condición, no nos apeguemos también a eso otro llevados de la concupiscencia, ni nos enredemos en inútiles preocupaciones. 
 Casi es inútil preguntar qué hace un hombre con los grillos puestos. Sabemos muy bien que se los ponen para hacerle sufrir e impedirle moverse. Los grillos son obstáculo para obrar y causa de sufrimiento. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer en este mundo es penitencia. Aunque esto pertenezca más al padecer que al hacerl. Lo repito: debemos hacer algo en este mundo, y no para este mundo. Si se nos dice que Adán fue colocado en un jardín encantador para que lo cultivara, ¿qué hombre sensato va a imaginar que sus hijos están en un lugar de dolor para divertirse?
 Trabajemos, pues, pero no por el alimento que se acaba; entreguémonos al negocio de nuestra salvación. Trabajemos en la viña del Señor para merecer el denario de cada día. Trabajemos en la Sabiduría, que dice: El que me pone en práctica no pecará. El campo es el mundo, dice la Verdad. Cavemos en él: hay un tesoro escondido, desenterrémosle. Es la sabiduría, que está muy escondida. Todos la buscamos y la deseamos. 
2. Pero quien la busca en la cama está perdiendo el tiempo. Jamás la encontraremos en la tierra de una vida cómoda. ¿Cómo buscar a un gigante en una cuna? ¿Cómo quieres encontrar en tu cama al que nunca se alberga en ningún sitio? Escuchad la Escritura: Si buscáis, buscad; convertíos y venid. ¿Quieres saber de dónde? De tu cama. ¿Quieres saber cómo convertirte? Apártate de tus caprichos.
 Y si no encuentro la sabiduría siguiendo mis deseos -vuelves a insistir-, ¿dónde la encontraré? Me abrazo en ansias de poseerla, y no quedo satisfecho con encontrarla, sino que aspiro a una medida generosa, colmada, remecida y rebosante. Y con razón. Porque es dichoso el hombre que encuentra la sabiduría y abunda en inteligencia. 
 Búscala, pues, mientras hay posibilidad de encontrarla; e invócala mientras está cerca. ¿Quieres oír cuán cerca está? A tu alcance está la Palabra, en tus labios y en tu corazón, con tal que la busques con rectitud de corazón. Levanta el corazón, sal de tu cama y no te hagas sordo al consejo de tener alerta el corazón. Así encontrarás la sabiduría en tu corazón y de sus labios fluirá la prudencia. Pero procura que afluya abundante y que no se pierda en los vómitos.
3. No lo dudes, con la sabiduría has encontrado miel. Cuida no comas mucha no sea que, saciado, la vomites. Come de tal modo que siempre tengas hambre. No creas que ya tienes bastante; ni te sacies nunca de ella porque la vomitarás y quedarás sin eso mismo que crees tener: dejaste de buscar antes de tiempo. Jamás deberíamos dejar de buscar e implorar mientrar está cerca y puede ser encontrado. Te lo repito con palabras de Salomón: Al que come mucha miel le sienta mal y el que escudriña la majestad quedará oprimido por su gloria. Pilato, por qué preguntas al Señor en privado para que te susurre al oído en qué consiste la verdad. Eso es mucho para ti. Lo sagrado no es para los perros ni las perlas para los cerdos. Busca más bien el gusto por la fe y no pretendas por ahora la saciedad de la inteligencia. 
 Con razón, hermanos, se abatió ante el rigor de la flecha y sin esperar respuesta se volvió con los judios. Había tomado un camino de grandezas y maravillas  que le superaban, al preguntar en qué consiste la verdad. 
4. En consecuencia, busquemos la sabiduría en nuestro corazón, pero la sabiduría que mana de la fe, como dice el Apóstol: Sin ser más sabios de lo que conviene, sino siendo sobrios en el saber. Esta sobriedad en la sabiduría consiste en dolerse de los pecados pasados, despreciar las comodidades presentes y desear los premios futuros. Encuentras la sabiduría cuando lloras los pecados, no das valor a las ambiciones del mundo y todo tu deseo se lanza a la felicidad eterna. Encuentras la sabiduría cuando distingues el sabor de cada cosa: rechazas lo primero porque es amargo, desprecias lo otro como efímero y pasajero, y consideras que lo más digno y perfecto es anhelar aquellos otros bienes. En este juicio y discernimiento te guía un gusto secreto del espíritu. 
 Esta sabiduría es sobria y nada expuesta al vómito: el frío del temor al recordar los pecador, y el ardor de la caridad al ansiar las promesas divinas, preservan a la sabiduría del hastiío de las malditas preocupaciones actuales, e impiden que ni tú la vomites a ella ni ella a ti. Y así como es dichoso el hombre que encuentra la sabiduría, también es dichoso el hombre, y mucho más aún, que vive en la sabiduría. Tal vez esto sea abundar en ella. 
5. De tres maneras pueden afluir con abundancia a tus labios la sabiduría y la inteligencia: con la confesión de tus propios pecados, con la alabanza y acción de gracias y por las palabras edificantes. Porque la fe del corazón obtiene la justicia, y la confesión de los labios la salvación. Además, lo primero que hace el justo al hablar es acusarse a sí mismo; después alaba al Señor, y, finalmente -si la sabiduría afluye abundante- debe edificar al prójimo. ¿También debe abundar la sabiduría en las obras? Sí, y por encima de todo. Busquemos, por lo tanto, en las obras este triple abundancia, pues un sabio antiguo dijo que la sabiduría se manifiesta de tres maneras. Así pues, si vosotros no proponéis algo mejor, yo creo que la actividad humana está saturada de sabiduría cuando uno de vosotros, por ejemplo, vive en continencia, paciencia y obediencia. Con la obediencia perfecta mortifica su propia voluntad, con la humilde continencia cercena el placer de la carne y del mundo, y con la paciencia alegre soporta varonilmente las adversidades del cuerpo y del mundo. 

RESUMEN
En este mundo perverso, todos buscamos un tesoro encerrado que es la sabiduría. Debemos buscarla y oírla dentro de nosotros. Pero no vale una actitud pasiva, como estar en la cama, sino que hemos de estar alerta, esperar que fluya y no perderla. Pero primero debemos basarnos en la fe y no tratar de saciarnos con la sabiduría, no sea que nos lleve por caminos equivocados. La sabiduría debe basarse en dolerse de los pecados, rechazar las comodidades y pensar en los premios futuros del espíritu. En realidad, la verdadera sabiduría se basa en la continencia, la paciencia y la obediencia.