EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

domingo, 12 de febrero de 2017

SOBRE ESTAS PALABRAS DEL SEÑOR: EL QUE SE ENSALZA SERÁ HUMILLADO


1. Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. Si reflexionamos atentamente, hermanos, encontraremos cuatro grados diverdos entre los hombres. Me explico: unos poseen la felicidad plena en el cielo, por la cual suspiramos; otros la relativa felicidad de este mundo, en que gemimos, y otros la más absoluta infelicidad en el infierno, que con razón tememos. Para decirlo más brevemente, existe la vida y la sombra de la vida, la sombra de la muerte y la muerte. Y como nosotros no nos hallamos ni en la cumbre ni en el abismo, tememos descender y deseamos subir, tanto más ansiosos cuanto que nos vemos más cercanos del grado ínfimo que del supremo.
 Mas he aquí lo que se nos dice: Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será enaltecido. ¿Qué significa esta paradoja de exaltación y humillación? ¿No basta Señor, lo que nos humillas con tu verdad, que aún nos exiges que nos humillemos nosotros mismos? Todavía nos quedan muchas ocasiones de humillarnos, pero el que cae en ellas será incapaz de volverse a levantar; el que así se humilla no espere ser enaltecido. Efectivamente, nos humillaste en el abismo de la amargura y nos envolviste en tinieblas. Nuestra vida está al borde del abismo: ¿es posible humillarnos aún más? ¿Qué ganamos con morir y bajar a la fosa? Lo único que hay debajo de nosotros es la corrupción irreparable. Tras la sombra de la muerte sólo existe la muerte; tras el abismo de la angustia sólo aparece el ámbito de la muerte. 
2. El que se humilla, dice, será ensalzado. Si dijera: "el que sea humillado será enaltecido" me llenaría de gozo, pues me siento en verdad terriblemente humillado. Pero como dice: El que se humilla será ensalzado, me siento angustiado y no sé qué elegir ni qué hacer. Yo aquí no tengo una ciudad estable, ni me conviene continuar aquí, aunque estuviera permitido. Por otra parte, descender más es ir a la muerte. Estoy ya en un grado muy bajo, el penúltimo, y el siguiente es el infierno. Si desciendo a él, se acabó toda esperanza de subir; y si no me humillo tampoco podré ser elevado, pues solamente será ensalzado el que se humilla. Si opto por eso escojo la muerte, y en caso contrario se me niega la elevación y caigo también en manos de la muerte. Es difícil comprender este enigma. Más reflexionemos un poco en la primera parte.
3. Todo el que se ensalza será humillado. ¿Cómo podrá elevarse el que es humillado por la Verdad? No nos referimos al dónde, sino al cómo; pues lo que aquí parece estar ausente no es el lugar, sino la virtud. Repito que al hombre no le faltan lugares adonde elevarse, pero no tiene capacidad para realizarlo. Su deseo está ahí y muy vivo, pero sus posibilidades son nulas. Lo quieran o no, todos los humanos y todo hijo de Adán debe repetir: Con la verdad me humillaste. El que se humilla por la verdad es auténticamente humilde y si se ensalza actuará falsamente. Porque elevarse falsamente equivalea no elevarse.
 Demos gracias a Cristo que no dijo: "El que se ensalza será ensalzado". ¡Cómo nos eforzaríamos inútilmente en ello si lo creyéramos honesto, cuando ahora ni la misma impotencia de conseguirlo es capaz de frener nuestro apetito de gloria! Por eso, tal vez la frase: El que se ensalza será humillado no se refiere al fruto, que es nulo, sino al deseo, que es insensato.
4. ¡A cuántos vemos humillados, pero no humildes; castigados y no arrepentidos; curados incluso por Dios, y sin reparar aún la salud! Siguen creyendo que las espinas dan placer, disimulan los pecados que cometen, los escollos en que fluctúan las tinieblas que les ciegan, las trampas en que se mueven, el abismo de amargura en que habitan, el cuerpos mortal que soportan, el yugo pesado que arrastran, el peso aún más insoportable de su conciencia que ocultan y la terrible sentencia que les espera. 
 Así era aquel al que Juan, en el Apocalipsis, debe decir: Tú dices: soy rico y no me falta nada. Aunque no le sepas, eres desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo. Realmente, la elevación de los hombres es pura vanidad y mentira; como lo que ellos son: vanos y mentirosos. La verdad los humilla y la vanidad los eleva. Prefieren las tinieblas a la luz; se abrazan a la vaniad que los ensalza y van tras la mentira. En cambio, frente a la verdad qaue los humilla reaccionan con el disimulo y pueriles esfuerzos, y con todos los medios y modos posibles. 
5. ¿Hemos conseguido algo? Al menos hemos visto cómo se humilla verdaderamente al hombrfe. Es decir, apegándose a la verdad que le humilla, y, en vez de disimular, cooperando con ella con el dinamismo de su entrega personal. En adelante evitaré lo más posible la dureza del corazón; aceptaré con lágrimas mi dolor, no sea que, al hacerse insensible mi herida, se haga incurable. Seré un hombre que palpo mi pobreza ante la vara de su cólera, y no quiero pertenecer a ese grupo de quienes la Verdad dice: Los herí y no les dolió. Hemos tratado a Babilonia y no se cura. 
 ¡Qué duro es este remedio de la humillación! Pero la soberbia es una enfermedad muchísimo más grave. ¡Ojalá se le apliqwwue un remedio eficaz y capaz de sanarla! Me reconciliaré, pues, con mi enemigo; estaré de acuerdo con el juez y cederé ante el golpe del aguijón, para no ser castigado dos veces. Pues eso creo que dice el Señor: Todo el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. Como si dijera: al que patalea contra el aguijón se le clava mucho más aún y al que lo acepta y cede se le hará clemencia. 
RESUMEN
Hay tres tipos de personas:
-Los que poseen la felicidad plena en el cielo. Es la vida.
-Otros la relativa felicidad de este mundo. Aquí está la sombra de la vida y la sombra de la muerte. 
-Otros la absoluta infelicidad del infierno. Es la muerte.
En realidad ya hemos sufridos bastantes humillaciones. El que cae en las numerosas ocasiones para humillarnos más, no debe esperar el enaltecimiento.  
 Por otra parte, el texto dice el que "se humilla", no el que es humillado. Y el ser humano es humillado por la verdad. La verdadera riqueza es la humildad y no es lo mismo ser humillados que ser humildes. Debemos aceptar la verdad y el dolor que nos produce. Esa es la única forma de ser ensalzados.