EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

lunes, 6 de enero de 2014

EN LA EPIFANÍA DEL SEÑOR. SERMÓN TERCERO


EN LA EPIPHANIA DEL SEÑOR.

SERMÓN TERCERO.


Sobre la lección del Evangelio: ¿Dónde esta el que ha nacido Rey de los Judíos?

1.Tenemos por necesario, Hermanos míos, según la costumbre de las demás solemnidades, exponeros el misterio de la solemnidad de hoy. Porque, aunque algunas veces hablamos contra los vicios, y sea utilísimo este género de oración, parece mas propio de otros días. En los festivos, y particularmente en las solemnidades principales, más bien parece, que nos debemos detener en los misterios, que pertenecen a la solemnidad, para que a un tiempo mismo se instruya el ánimo, y se excite el afecto. Porque ¿cómo celebraréis lo que ignoráis? o cómo lo sabréis, sino hay quien os lo declare? Por tanto, no sea molesto a los que están adelantados en el conocimiento de las Escrituras, que tengamos atención a los menos doctos, según exige la caridad. Ni creo yo , que ellos mismos sean privados de los manjares, que les son tan agradables, si a los menos sabios como a las turbas populares pusieren primero alimentos más crasos: lo que harán, si movidos de la caridad fraternal, les gustaren las cosas, que son necesarias a los que no tienen la mayor inteligencia, aunque acaso a ellos les parezcan poco necesarias. De esta suerte recogerán para si los fragmentos, reflexionando con diligencia las cosas más útiles, y rumiando como animales puros, las que por su delicadeza no son entendidas de los menos capaces.

2. La La solemnidad de hoy pues recibió el nombre de la aparición, porque Epifanía significa aparición. Así, hoy se celebra la aparición del Señor, no solo una, sino triplicada, según lo hemos recibido de nuestros Padres. Hoy nuestro  Señor párvulo Rey, pasados pocos días de su nacimiento se manifestó a las primicias de las naciones, sirviéndolas de guía una estrella: hoy también, habiendo ya cumplido treinta años en su vida mortal (el que según la Divinidad es siempre el mismo, y no pueden faltar sus años) ocultado entre las populares turbas vino al Jordán, para ser bautizado; pero fue manifestado por el testimonio del  Padre. Hoy igualmente, habiendo sido convidado a unas bodas con sus discípulos, faltando el vino, convirtió en vino las aguas con un admirable prodigio de su potencia. Pero deleita contemplar con más cuidado la aparición del Salvador en su infancia , porque es dulcísima , y se celebra también hoy con mis especialidad.

3.  Hoy pues, como oímos en la lección del Evangelio , vinieron los Magos de Oriente a Jerusalén. Con razón se dice a la verdad , que vienen de Oriente, pues nos anuncian el nuevo Nacimiento del Sol de justicia, pues iluminan con alegres noticias el mundo todo. Sólo que la infeliz Judéa, como aborrecía la luz, se obscurece al resplandor de la nueva claridad, y sus ofuscados ojos se ciegan mucho más, brillando los rayos del Sol eterno. Oigamos ahora, qué dijeron los Magos, viniendo del Oriente: ¿Donde está el que ha nacido Rey de los Judío? ¡Qué fe tan cierta y tan firme! No preguntan si ha nacido, sino que hablan confiadamente, y preguntan sin dudar , donde está el que ha nacido Rey de los Judíos. El Rey Herodes se llenó de pavor, luego que oyó el nombre del Rey, sospechándole su sucesor. No es maravilla, que se turbe Herodes: pero que Jerusalén, Ciudad de Dios, que es vista de paz, se turbe en compañía de Herodes, ¿quién no lo admira? Ved, Hermanos, cuanto daño hace una potestad perversa, y como hace conformes sus súbditos a su impiedad una cabeza impía. Miserable Ciudad enteramente, donde reina Herodes, porque será sin duda participante de su malicia, y al nacimiento de la nueva salud se conmoverá con una turbación propia de Herodes. Confío yo en el Señor, que de ningún modo reinará entre vosotros, aunque suceda hallarse: de lo cual también nos guarde Dios. Malicia de un Herodes  y crueldad de Babilonia seria querer extinguir la religión en su nacimiento, y despedazar los párvulos de Israel. Así, cuando nace entre nosotros algo , que pueda conducir para el bien del alma, para la piedad, para la religión, cualquiera que resiste, cualquiera que repugna, enteramente pretende con los egipcios matar los párvulos del linaje de Israel: y aun también con Herodes persigue al Salvador, cuando nace. Pero prosigamos ya la historia comenzada; pues creo, que si alguno sintiere en su conciencia algo de esto, se guardará en lo adelante con más cuidado, y tendrá horror de abrigar en si mismo un corazón propio de Herodes, para no tener un fin semejante al suyo.

4. Buscando pues los Magos al Rey de los Judíos , y preguntando Herodes a los Escribas el lugar del nacimiento del Señor, declaran ellos según el Profeta el nombre de la Ciudad. Y habiéndose apartado de Jerusalén los Magos, y dejado á los Judíos: He aquí que la estrella que habían visto en el Oriente, iba delante de ellos. De esto se deja entender, que por buscar el auxilio humano perdieron la guía divina; y que el auxilio celestial les desamparo, porque quisieron valerse de las noticias de la tierra. Por lo cual también habiendo dejado a Herodes, al punto se alegraron sobre manera, porque la estrella iba delante de ellos, hasta que llegando se paró encima del lugar, donde estaba el Niño. Y entrando en la casa hallaron al Niño con María su Madre, y postrándose le adoraron. ¿ De dónde esto en vosotros , extranjeros? No encontramos tanta fe en Israel. ¿Qué, no os ofende la humilde habitación de un establo; no os ofende la pobre cuna de de un pesebre? ¿No os escandaliza la presencia de una pobre Madre ,ni la infancia de un Niño de pecho?

5. En fin, abiertos sus tesoros, dice el evangelista , le ofrecieron por presentes oro, incienso y mirra. Si solamente le hubieran ofrecido oro, pudiera parecer , que habrían querido remediar la pobreza de la Madre, dándola con que pudiese criar al Niño. Mas ofreciendo juntamente oro, incienso, y mirra, sin duda están indicando en esto un género de ofrenda espiritual. El oro parece tener la excelencia entre las riquezas del siglo; el cual por su gracia ofrecimos todos al Salvador devotamente, cuando por su nombre dejamos del todo los haberes del mundo. Pero después de haber renunciado a los bienes terrenos, es necesario, que busquemos con deseos ardientes los celestiales. Y de esta suerte ofreceremos también el olor del incienso, en que están significadas, como leemos en el Apocalipsis de San Juan las oraciones de los Santos. Por lo cual igualmente dice el Profeta en el salmo: Que mi oración suba a vuestra presencia como el humo del incienso. Así también tenéis escrito en  otro lugar que la oración del justo penetra los Cielos. La oración, no dice de cualquiera, sino del justo. Porque será execrable la oración de aquel que aparta su oreja para no oír la ley.

6. Si quieres ser justo , y no apartar tu oído de los mandamientos del Señor, para que no apartarte él también el suyo de tus oraciones, es preciso, no sólo que desprecies el siglo, sino que castigues tu cuerpo mismo, y le sujetes a la servidumbre. Porque el que dijo: Si alguno no renunciare a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo y en otra parte: Si quieres ser perfecto, anda y vende todas las cosas que tienes, y dalas a los pobres, y ven y sígueme: El mismo dice en otro lugar: El que quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo-, y tome su cruz y sígame a mi. Lo cual exponiéndolo el Apóstol dice: Todos los que son de Cristo han crucificado su carne con sus vicios y deseos malos. Tenga pues nuestra oración dos alas, que son el desprecio del mundo y la mortificación del cuerpo: y sin duda penetrará los Cielos, y subirá a la presencia de Dios como el incienso. Será sacrificio grato y aceptará Dios nuestra ofrenda, si con el oro e incienso se hallare también la mirra: que aunque es amarga, con todo eso es muy provechosa, y preserva al cuerpo, que está muerto por el pecado, de que se pudra cayendo en el vicio. Esto se ha dicho brevemente, para que imitemos en su ofrenda a los Magos.

7. Pero,'porque dijimos, que esta fiesta era Aparición, veamos lo que aparece en ella. Verdaderamente según las palabras del Apóstol: Apareció la benignidad, y humanidad de Dios nuestro Salvador. Porque ve ahí, como hemos oído en la lección del Evangelio , que entrando los Magos en la casa encontraron al Niño con María su Madre. En el tierno cuerpo, que fomentaba la Madre en su virginal regazo, ¿qué aparecía, sino la verdad de la carne, que había tomado? ¿Qué se declara en haber encontrado al Niño con su Madre, sino que es verdadero Dios, y verdadero hombre? Mira también en la segunda Aparición, sino es declarado manifiestamente Hijo de Dios con el testimonio de la voz del Padre. Se abrieron los Cielos, y descendió el espíritu Santo en la forma corporal de una paloma, que venia a reposar sobre él, y se oyó la voz del Padre: Este es mi Hijo amado , en quien be tenido mis complacencias. Bastante manifiesto se hace por esto mismo, bastante evidente, e indubitable, que es necesaria, que el Hijo de Dios sea Dios. Ninguno hay tampoco que dude, que los hijos de los hombres son hombres, y que los fetos también de los animales son del mismo género que ellos. Más, para que no quede ningún lugar al error sacrilegio, el mismo que en la primera aparición fue declarado verdadero hombre e hijo del hombre, y en la segunda no menos verdadero Hijo de Dios, ya en la tercera se muestra verdadero Dios , y Autor de la naturaleza, que se muda a la insinuación de su imperio. Nosotros pues, carísimos, amemos a Jesu Christo como verdadero hombre y hermano nuestro; honrrémosle como Hijo de Dios; adorémosle como Dios. Creamos en él firmemente, fiémosnos a su cuidado con toda seguridad, Hermanos míos; pues ni le falta la potestad de salvarnos, siendo verdadero Dios e Hijo de Dios, ni la buena voluntad, siendo como uno de nosotros verdadero hombre e hijo del hombre. ¿Cómo será para nosotros inexorable, cuando por nuestro bien se hizo como nosotros pasible?

8. Ya si deseáis oír algo sobre estas apariciones para edificación de las costumbres, atended, que en primer lugar aparece siempre Cristo con la Virgen Madre, para enseñarnos, que debemos buscar ante todas cosas la sencillez , y el pudor. Pues a los niños es natural la sencillez, y la vergüenza es propia y familiar de las vírgenes. A Todos Nosotros en el principio de nuestra conversión ninguna virtud nos es más necesaria, que una humilde sencillez, Y una Gravedad Llena De Pudor. En la segunda aparición vino el Salvador a las aguas del bautismo, no ciertamente para ser lavado en ellas, sino más bien para recibir el testimonio del Padre. En estas aguas se representan las lágrimas de la devoción , en las cuales no se busca la indulgencia de los pecados, sino el beneplácito de Dios Padre. Entonces desciende sobre nosotros el Espíritu de la adopción de hijos, dando testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; de suerte que nos parece oír la dulcísima voz del Cielo, que nos dice, que verdaderamente Dios Padre se complace asimismo en nosotros. Ni hay poca distancia entre estas lágrimas de devoción, y de una edad, por decirlo así, varonil, y entre las que derramó la edad primera en los sollozos de la infancia , que fueron sin duda las lágrimas de penitencia, y confesión. Sin embargo, a unas y a otras exceden, largamente otras ciertas lágrimas, a las que se infunde también el sabor del vino. Porque yo diré que verdaderamente aquellas lágrimas se convierten en vino, que en el fervor de la caridad se derraman por el afecto de la compasión fraternal: efecto de esta caridad es, que parezca por algún tiempo el hombre estar en una especie de embriaguez sobria olvidado de si mismo.

RESUMEN:
Epifanía significa aparición. Aparecen los Magos llenos de fe, aparece la estrella que los guía y el Espíritu Santo para recibir el bautizo de Dios. Les ofrecen oro como a lo que es Rey, incienso para venerar al padre y mirra para anunciar su muerte por todos nosotros. Igualmente convierte el agua en el vino de la salvación. Son tres apariciones, aunque ocurran en momentos distintos de su vida: nacimiento, bautismo y muerte.

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