EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

sábado, 26 de octubre de 2013

EL QUE QUIERA SERVIRME


El que quiera servirme que me siga. Algunos, en vez de seguir a Cristo, huyen de él. Otros, en lugar de seguirle, le preceden; otros le siguen, pero no le alcanzan; y otros, finalmente, le siguen y le alcanzan.
 No le siguen y huyen de él los que no renuncian al pecado, como dice la Escritura: El que obra mal detesta la luz. Los que se alejan de ti perecerán.
 No le siguen, sino que le preceden, quienes prefieren su criterio a la doctrina de los maestros. Pedro es un buen ejemplo, cuando reprende al Señor, que está decidido a morir por nuestra salvación: ¡Lejos de ti, Señor, hacer eso!
 Le siguen sin alcanzarlo los que viven con tibieza y negligencia, o quienes no perseveran hasta el final y se retiran a mitad del camino. A esos se refiere el Apóstol: Fortaleced los brazos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, plantad los pies en sendas llanas, para que la pierna coja no se disloque sino que cure.
 Le siguen y le alzanzan quienes se abrazan a sus ejemplos de humildad con perseverancia y con todo el fervor de su espíritu. A esos dice el Señor: El que quiera servirme, que me siga, es decir, me imite. ¿Y con qué fruto? Escuchémosle: Y allí donde esté yo, esté también mi servidor. Así pues, el fruto de esta imitación es vivir en la felicidad eterna.

RESUMEN Y COMENTARIO

Este sermon nos plantea un "fácil" reto: seguir a Cristo. Primero hay que querer seguirlo, después tener fuerzas para ello. Finalmente no tener la soberbia de querer ir por delante del Señor. El camino de seguirlo e imitarlo se antoja, en realidad, muy difícil pero tenemos la sensación de que, iniciado ese camino, es un alimento que no produce saciedad y del que siempre querremos más. Para seguirlo es preciso que Él quiera que los sigamos y que nos otorgue las fuerzas oportunas para ello. En nuestra libertad, siempre quedará el criterio de usar, o no, la invitación y los dones recibidos.

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