EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

lunes, 12 de mayo de 2014

SERMÓN TERCERO DE LA ASCENSIÓN: DE INTELLECTU ET AFFECTU


SERMO TERTIUS
De intellectu et affectu
Capítulo 1
El Señor de los cielos invade hoy con su divina energía todo el universo. Ha disipado la niebla de su fragilidad humana, y la inunda de esplendor. El Sol está en su cenit, abrasa e impera. Su fuego cae a borbotones sobre la tierra: nada se libra de su calor. La Sabiduría de Dios ha retornado al país de la sabiduría; allí todos comprenden y buscan el bien. Tienen una inteligencia finísima y un afectó rapidísimo para acoger su palabra.
Nosotros, en cambio, vivimos en este otro país saturado de maldad y pobre de sabiduría: el cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre abruma mente pensativa. La mente o entendimiento se abruma cuando piensa en muchas cosas, y no se concentra en la sola y única contemplación de aquella ciudad tan bien trazada. Es normal que la mente se abata y se distraiga con tantas cosas y tantos rodeos. El alma son los afectos, excitados por las pasiones que anidan en el cuerpo mortal; éstos no pueden moderarse ni desaparecer hasta que la voluntad busque y tienda a la unidad.
Capítulo 2
Debemos, pues, purificar el entendimiento y el afecto: el primero para conocer y el otro para amar. Dichosos una y mi veces Elías y Enoc, que se vieron liberados de todas las ocasiones y obstáculos para que su entendimiento y su afecto vivieran sólo para Dios, conociendo y amando solamente a él. De Enoc se dice que fue arrebatado para que la malicia no pervirtiera su entendimiento, ni la perfidia sedujera su alma.
Nosotros tenemos el entendimiento turbio, por no decir ciego; y el afecto muy sucio y manchado. Pero Cristo da luz al entendimiento, el Espíritu Santo purifica el afecto. Vino el Hijo de Dios e hizo tales maravillas en el mundo que arrancó nuestro entendimiento de todo lo mundano, para que meditemos y nunca cesemos de ponderar sus maravillas. Nos dejó unos horizontes infinitos para solaz de la inteligencia, y un río tan caudaloso de ideas que es imposible vadearlo. ¿Hay alguien capaz de comprender cómo nos predestinó el Señor del universo, cómo vino hasta nosotros, cómo nos salvó? ¿Por qué quiso morir la majestad suprema para darnos la vida, servir él para reinar nosotros, vivir desterrado para llevamos a la patria, y rebajarse hasta lo más vil y ordinario para ensalzarnos por encima de todo?.
Capítulo 3
El Señor de los Apóstoles se presentó de tal modo a los Apóstoles que ya no necesitan valerse de las criaturas para conocer al Dios invisible, sino que él mismo, el Creador de todo se deja ver cara a cara. Y como ellos eran carnales y Dios es espíritu, era imposible conseguir la armonía entre el espíritu y la carne. Por eso se adaptó a ellos con la sombra de su cuerpo, y así, a través de un cuerpo radiante de vida, vieran al Verbo en la carne, al sol en la nube, la luz en el barro, y el cirio en el candelero: el aliento de nuestra boca es el Ungido del Señor, de quien decíamos: a su sombra viviremos entre los pueblos. Fijaos que dice: a su sombra entre los pueblos, y no entre los ángeles, donde contemplaremos la luz más nítida con ojos inmaculados.
Por eso cubrió a la Virgen con su sombra la fuerza del Altísimo: para que tan sublime resplandor no la ofuscara, y esa águila tan extraordinaria pudiera soportar los rayos de la divinidad. Les presentó la carne, para atraer a esa carne, que hacía milagros y obraba maravillas, todas sus inclinaciones hacia las cosas humanas. Y de la carne los pasó al espíritu, porque Dios es espíritu y los que lo adoran han de dar culto con espíritu y verdad. ¿No crees que iluminó su entendimiento cuando les abrió los sentidos para comprender la Escritura, explicándoles que Cristo tenía que padecer todo eso, resucitar de los muertos y entrar en su gloria?
Capítulo 4
Pero ellos estaban tan familiarizados con esa carne santísima que no comprendían nada de su marcha, ni de que tes abandonara aquel por quien todo lo habían dejado. ¿A qué se debe esto? Su entendimiento estaba iluminado, pero su afecto no estaba purificado. Por eso les repite dulcemente el Maestro: os conviene que yo me vaya, porque si no me voy no vendrá vuestro abogado. Porque os he dicho esto la tristeza os abruma. ¿A qué se debe el que no pueda venir a ellos el Espíritu Santo, mientras Cristo vive en este mundo? ¿Desdeñara la compañía de aquella carne que él mismo hizo concebir en la Virgen y nacer de la Virgen madre?
De ninguna manera. El quería darnos un camino a recorrer, un molde que nos moldeara. Los dejó llorando y subió al cielo. Y envió el Espíritu Santo que unificó su afecto, es decir su voluntad; y la transformó de tal modo que los que antes querían retenerle junto a sí, ahora se alegran de su marcha. Se ha hecho realidad lo que les había dicho : vosotros estaréis tristes, pero vuestra pena acabará en alegría. Tanto iluminaba Cristo su inteligencia y tanto purificaba el Espíritu su voluntad, que conocían el bien y lo amaban de corazón. Ahí está la religión perfecta y la perfección religiosa.
Capítulo 5
Me viene ahora a la mente aquello del profeta Eliseo, a quien Elías le había prometido dar en el momento de su partida o elevación todo lo que pidiera: déjame en herencia tu espíritu por duplicado. Elías comentó: ¡No pides nada! Si logras verme cuando me aparten de tu lado, lo tendrás. ¿No te parece que Elías en su elevación representa al Señor, y Eliseo al grupo de apóstoles que contemplan ansiosos la ascensión de Cristo? A Eliseo le era imposible separarse de Elías: y los Apóstoles tampoco querían privarse de la presencia de Cristo. Al final logró persuadirles de que sin fe es imposible agradar a Dios.
Este doble espíritu que pide Eliseo no es otro que la luz del entendimiento y la purificación del afecto. Una cosa muy difícil, porque es muy raro quien lo consigue en este mundo. Pero si logras verme cuando me aparten de tu lado, lo tendrás. Tus discípulos, Señor Jesús, no quedarán defraudados, porque te vieron subir al cielo, y con los ojos rebosantes de anhelo contempiaban cómo avanzabas lleno de fuerza. El mejor espíritu duplicado es aquello que Jesús dijo a los discípulos: Quien cree en mí hara obras como las mías y aún mayores. ¿No hizo Pedro, por medio de Cristo, cosas mayores que el mismo Cristo, cuando se nos dice que sacaban tos enfermos a la calle y los ponían en camillas, para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno y se curaran? Del Señor no se nos dice que curara a nadie con su sombra.
Capítulo 6
No tengo la menor duda de que vuestro entendimiento está iluminado. Si me fijo en cambio en pruebas evidentes, vuestro afecto no está tan purificado. Conocéis el bien, el camino a seguir, y cómo debéis caminar. Pero la voluntad no es idéntica en todos. Algunos andan, corren y vuelan en todos los ejercicios de este camino y de esta vida: las vigilias se les hacen breves, las comidas sabrosas y el pan excelente, los trabajos llevaderos y agradables. Otros todo lo contrario: tienen un corazón tan árido y un afecto tan pertinaz, que nada de esto los atrae. Son tan pobres y miserables que únicamente les mueve algo el temor del infierno. Comparten todas las miserias, pero no las alegrías.
¿Tan pequeña es ahora la mano del Señor, que es incapaz de atender a todos? ¿No abre la mano y sacia de favores a todo viviente? ¿Qué ocurre? Sencillamente, que éstos no ven a Cristo cuando se retira de ellos. No consideran que son huérfanos y peregrinos en este mundo, que actualmente están prisioneros en la cárcel espantosa del cuerpo y lejos de Cristo. Si soportan largo tiempo este peso se agotan y sucumben, su vida es un verdadero infierno. Jamás disfrutan de la luz maravillosa del Señor, ni de la libertad espiritual, única capaz de hacer llevadero el yugo y ligera la carga.

                                                         CAPITULO 7

Esta tibieza tan nociva procede de que su afecto, es decir, su voluntad no está aún purificada. Conocen el bien pero no lo desean con la misma intensidad, así, son llevados y arrastrados pesadamente por su propia concupiscencia. Se permiten ciertas satisfacciones, sea en el hablar, en las señas, en las obras o en cualquier otra cosa. A veces renuncian a ellas, pero nunca de manera definitiva. Rara vez dirigen sus sentimientos hacia Dios, y su compunción no es constante, sino pasajera.
Un alma volcada en estas distracciones no puede saturarse de las visitas del Señor; y cuanto menos se dé a éstas, más le invadirán aquéllas: si mucho, mucho; y si poco, poco. Prueba y verás que éstas nunca se ven juntas con aquéllas, pues si faltan las vasijas el aceite deja de correr. El vino nuevo exige odres nuevos, para bien de ambos. El espíritu no admite a la carne, ni el calor al frío. Y la tibieza provoca a vómito al Señor.
Capítulo 8
Así, pues, los apóstoles no pudieron recibir el Espíritu Santo hasta que se vieron privados de la carne del Señor, a pesar de ser santísima y de Santo por excelencia. Y tú, que estás amarrado y hundido en una carne asquerosa y repleta de quimeras y sueños impuros, ¿cómo vas a recibir ese Espíritu purísimo, si no te decides y renuncias incondicionalmente a los consuelos humanos? Es verdad que al principio te invadirá la tristeza; pero si perseveras, esa tristeza se convertirá en gozo. El afecto se purificará y se renovará la voluntad. Mejor dicho, se creará otra nueva. Y lo que antes te resultaba difícil o imposible, lo harás con gusto y grandes deseos.
Envía, Señor, tu Espíritu, y renueva la faz de la tierra. Al hombre se le conoce exteriormente por el rostro, e interiormente por la voluntad. Cuando viene el Espíritu se crea y renueva la faz de la tierra, es decir, la voluntad terrena se convierte en celeste, dispuesta a obedecer antes de que le manden. ¡Dichosos estos que no sienten el mal, y viven siempre con el corazón dilatado! Pero de los otros a que nos referíamos anteriormente dice el Señor estas terribles palabras : Mi espíritu no permanecerá en esos hombres; porque son de carne, es decir, carnales.La carne absorbió todo su espíritu.
Capítulo 9
Hermanos, hoy nos han llevado a nosotros el novio, y nuestro espíritu no está completamente tranquilo. Lo han hecho para enviarnos el Espíritu de la verdad. Oremos e imploremos para que nos encuentre preparados, y que él mismo nos prepare y llene la casa en que vivimos. Que no sea la inquietud, sino la unción la que nos enseñe todas las cosas. Y así, una vez iluminado el entendimiento y purificado el afecto, venga a nosotros y viva con nosotros.
La serpiente de Moisés devoró las serpientes de los adivinos: así hará también éste cuando venga, absorberá todos los consuelos terrenos y encontraremos solaz en el trabajo, gozo en las dificultades y gloria en los ultrajes. Lo mismo que los Apóstoles, ebrios del Espíritu, salieron del consejo contentos de haber merecido aquel ultraje por causa de Jesús.
El Espíritu de Jesús es un espíritu bueno, santo, recto, dulce y poderoso; lo que nos parece ingrato, difícil y austero lo convierte en fácil y agradable. De la injuria hace una fuente de gozo, y del desprecio la mayor alabanza. Fieles al Profeta, examinemos y revisemos nuestra conducta y nuestras inclinaciones; levantemos con las manos el corazón, para que nos alegremos y regocijemos en la solemnidad del Espíritu Santo, y él nos guíe a la plenitud de la verdad, según la promesa del Hijo de Dios.
RESUMEN
El presente sermón nos habla sobre el entendimiento y el afecto. Cristo ilumina nuestro entendimiento. El Espíritu Santo purifica nuestro afecto. De esta manera obtenemos la experiencia directa de Dios en las cosas que nos rodean (la luz, el agua, el sol...). La marcha de Cristo favoreció la llegada del Espíritu Santo y el desarrollo del afecto. En general el entendimiento está más purificado que el afecto. No podremos recibir plenamente el afecto hasta que no estemos privados del mundo carnal. Aunque el camino parece difícil, recordemos que la serpiente de Moiseés devoró a las serpientes de los adivinos como cuando la presencia del Espíritu Santo devora las ansias carnales y terrenales. Podemos ver un paralelismo entre la marcha de Jesús y los apóstoles con la de Elías y Eliseo (el primero representa al Señor y Eliseo a los apóstoles). Siempre debemos recordar que el Espíritu de Jesús es bueno, santo, recto, dulce y poderoso

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