EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

lunes, 12 de mayo de 2014

IN ASCENSIONE DOMINI. DE LA ASCENCIÓN DEL SEÑOR. SERMO PRIMUS

IN ASCENSIONE DOMINI

De la Ascensión del Señor



SERMO  PRIMUS
De evangelica lectione

Capítulo 1 


       Se apareció Jesús a los once discípulos cuando estaban a la mesa. Se hizo visible la bondad de Dios y su amor a los hombres. Si se digna compartir con los que están a la mesa, con mucho más gozo se unirá a los que hacen oración. Se ha hecho palpable su bondad, porque conoce nuestro barro y no se asusta de nuestras miserias, sino que se compadece; con tal que no cedamos a los apetitos del cuerpo, sino sólo a sus necesidades. Nos lo recuerda el Apóstol: Hagamos lo que hagamos, comer, beber, o lo que sea, hagámoslo todo para honra de Dios. Este detalle de aparecerse cuando estaban a la mesa nos hace pensar en aquel otro pasaje en que los judíos echaban en cara a los discípulos no ayunar; y Jesús respondió: Los amigos del novio no pueden estar de luto mientras dura la boda. 
       El texto sigue diciendo : Les echó en cara su incredulidad y su terquedad en no creer a los que lo habían visto resucitado. Cristo reprende a los discípulos, y les echa en cara su incredulidad. Y no lo hace en cualquier momento, sino poco antes de alejarse de ellos, el menos propicio para amonestar. No te molestes si el representante de Cristo te corrige de algo. Hace lo mismo que hizo Cristo con sus discípulos antes de subir al cielo. Pero, ¿por qué se dice por no creer a los que lo habían visto resucitado? ¿Quiénes fueron los privilegiados que merecieron ver con sus propios ojos el grandioso prodigio de la resurrección del Señor? De entre los humanos ninguno tuvo esta gracia. Pensemos, pues, en los ángeles; éstos anunciaban la resurrección, y los pusilánimes apóstoles se resistían a creer.

Capítulo 2

       Más si la Escritura dice: enséñame la bondad, la disciplina y la sabiduría, a la gracia de la visita, y al reproche de la reprensión debe acompañar la doctrina de la predicación. De ese modo el que crea y se bautice se salvará. ¿Qué os parece hermanos? Yo creo que estas palabras pueden inspirar demasiada confianza a la gente del mundo; y temo que esa libertad dé ocasión a la carne, fiándonos sin discreción del bautismo y de la fe, y olvidando las obras. Por eso dice a renglón seguido: A los que crean, les acompañarán estas señales. 

       Estas palabras suelen inspirar tanto temor, incluso a las personas más religiosas, como las anteriores fomentaban una vana esperanza en los mundanos. ¿Quién puede presumir de poseer esas señales que indica el texto sagrado, y sin las cuales nadie se salvará? Porque el que se niegue a creer, se condenará. Y sin fe es imposible agradar a Dios. ¿Quién expulsa demonios, habla lenguas nuevas y coge serpientes? Si en nuestros días nadie o muy pocos tienen estos dones, ¿significa eso que nadie se salvará, o solamente aquellos que tienen, esa facultad, la cual no es santidad, sino signo de santidad? ¿Y por qué a los que dicen: hemos echado demonios y hemos realizado muchos milagros en tu nombre, se les dirá en el día del juicio: Nunca os he conocido. Lejos de mí los que practicáis la maldad? ¿Cómo dice el Apóstól, hablando del juez justo, que pagará a cada uno según sus obras, si allí se buscan más los prodigios que los méritos?

Capítulo 3 

       Los méritos también son milagros, y muy seguros y provechosos por cierto. Y no es difícil discernir cuándo estos signos son testimonios de la fe y de la salvación. La primera obra de la fe que opera por el amor es la compunción del corazón: arranca el pecado y expulsa el demonio. Los que creen en Cristo hablan lenguas nuevas, parque olvidan lo antiguo y el lenguaje de sus antepasados,   no rebuscan las palabras como tapujo de sus pecados. Mas los pecados perdonados por la compunción del corazón y la confesión oral, pueden brotar de nuevo y hacer que el final sea peor que el principio. Por eso es preciso que cojan serpientes, esto es, ahoguen las sugestiones venenosas.
      ¿Y si brota una raíz que somos incapaces de cortar rápidamente y nos excita al placer? En ese caso, si beben algún veneno, no les hará daño, porque, a ejemplo del Salvador, lo probarán pero no lo tomarán. Sentirán, mas no consentirán. Sentir la concupiscencia, y no consentirla, no hace daño, porque no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Jesús. No hay duda que estas inclinaciones tan débiles y corrompidas nos provocan una lucha molesta y peligrosa. Pero los que creen aplicarán las manos a los enfermos y quedarán sanos, esto es, ahogarán con buenas obras los malos deseos, y sanarán.

RESUMEN
Cristo reprende a los apóstoles ante su incredulidad (dudan de su resurrección), y lo hace cuando está a punto de marcharse. No debemos molestarnos por la reprensión. Debemos aceptar y oír la predicación. Nos dice que el que crea y se bautice se salvará. Pero esa creencia se mostrará en señales: expulsar demonios, hablar otras lenguas y coger serpientes. Lo primero produce comodidad al hombre mundano. Lo segundo desasosiega a cualquiera. Los méritos acumulados son los verdaderos signos. El mayor mérito no es sentir la tentación sino resistirnos a ella. El que de verdad cree será capaz de coger la serpiente: es decir de eliminar su veneno (el mal) con nuestras propias manos.

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