EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

miércoles, 1 de enero de 2014

SERMÓN SEGUNDO CIRCUNCISIÓN. DE LOS NOMBRES DEL SEÑOR





SERMÓN SEGUNDO CIRCUNCISIÓN DEL SEÑOR

DE LOS NOMBRES DEL SEÑOR


Después que se cumplieron los ocho días para circuncidar  al Niño, se le llamó  Jesús, y fue un hecho justo llamarlo de aquella manera. No sólo fabricó todas las cosas en peso, medida y número sino que al punto prescribió al hombre el modo de vivir  y le puso un precepto diciéndole: de todos los árboles del paraíso comerás pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas. ¡Mandato levísimo sin duda y enteramente medida larga! Pero el hombre quebrantó el modo que le habían prescrito y traspasó los términos que le habían puesto. Por lo que  apartó su rostro de Dios.
 En los días de Abraham  instituyó el modo, promulgó la ley, aunque no en todo semejante a la primera, Porque esta había sido por precaución; aquella era para la cura. Allí se hizo la prohibición para que tuviera entrada insensiblemente la superficialidad. Aquí ya se limitó la sajadura para que entrase la que había entrado por el remedio del sacramento. Últimamente aquella se le dió en el árbol vedándose que comiese de su fruto: esta en el propio cuerpo, mandando que fuese cortada su carne. Ni había duda de que ocupaba todos sus miembros también aquella añadidura de Leviathan; el veneno quiero decir de la concupiscencia y cebo de inmoderado y desordenado deleite. Para juzgar que era necesaria una general sajadura en todos.
2. Pero porque la fragilidad humana y la debilidad de la edad infantil no podría sufrir la sajadura de todos los miembros, con piadosa moderación, proveyó la disposición divina que fuese castigada la concupiscencia en aquella parte en que principalmente no es dañosa. Porque en toda la rebelión de los miembros, que contradicen al espíritu, no sólo éste se experimenta en tanto grado contumaz, que excita deshonestos e ilícitos movimientos contra toda deliberación de la voluntad. En hacerse esta circuncisión al octavo día, se significaba la esperanza del reino celestial, porque volviendo el primero al círculo de los días, parecía mostrar en si como una especie de corona. De aquí es que se celebra con solemnidad el día octavo después de las grandes festividades; y en el sermón del Señor se junta a la primera bienaventuranza la octava, para que la repetida esperanza del reino celestial nos forme evidentemente la corona.
3. Con mucha razón cuando se circunda el Niño que nos nace, se llama Salvador, porque ya desde entonces comenzó a obrar nuestra salud, derramando por nosotros aquella sangre purísima. Ya no tienen que preguntar los cristianos por qué causa quiso Cristo ser circuncidado. Fue circuncidado por lo mismo porque nació, por lo mismo porque padeció. Ninguna de estas cosas fue por si, sino todo por los escogidos. Ni fue engendrado en pecado ni circuncidado del pecado, ni muerto por pecado suyo, sino por nuestros delitos. Como fue llamado por el Ángel antes de que fuese concebido en el vientre. Fue ciertamente así. No le pusieron este nombre porque lo tiene él por toda la eternidad. De su propia naturaleza tiene el ser Salvador; ese nombre es innato en él, no enseñado por humana o angélica criatura.
4.Pero qué diremos al ver que aquel esclarecido profeta prediciendo que este mismo Niño había de ser llamado con muchos nombres parece haber callado solo este, el cual solo (como dijo antes el Ángel y testifica el Evangelista se llamó su nombre). Deseó ardientemente Isaías ver este día y le vió y se alegró. En fin, hablaba gozosísimo y añadiendo a Dios: un niño nos ha nacido y un hijo nos han dado: la insignia de su principado han puesto sobre su hombro y será llamado el Admirable, el Consejero, Dios, el Fuerte, el Padre del Siglo Futuro, el Príncipe de la Paz. Grandes nombres a la verdad, pero ¿Dónde está el nombre que es sobre todo nombre, el nombre de Jesús al cual se dobla toda rodilla? Tal vez en todos estos nombres hallarás sólo este Jesús pero en algún modo exprimido y derramado. Sin duda el mismo es de quien la esposa dice en el cántico del amor: aceite derramado es vuestro nombre.
5.Tenéis pues un solo Jesús en todos estos nombres. Ni en manera alguna pudiera llamarse o ser Salvador, si hubiera faltado uno solo de ellos. ¿Por ventura no le ha experimentado admirable cada uno de nosotros en la mutación de nuestras voluntades? Entonces se da principio a la gran obra de nuestra salvación, cuando empezamos a desechar lo que antes amábamos, a tener dolor de lo que antes nos daba placer, a abrazar lo que temíamos, a seguir lo mismo que antes huíamos, a desear lo que despreciábamos. Admirable es sin duda el que obra estas maravillas. Pero no es menos necesario también que se muestre como nuestro Consejero en la elección de la penitencia, y ordenación de nuestra vida, para que nuestro celo no esté destituido de ciencia y no falte la discreción a la buena voluntad. Igualmente es preciso que le experimentemos Dios en el perdón de nuestras antiguas culpas porque ni sin esto puede darse la salud ni puede alguno perdonar los pecados sino solo Dios. Todavía esto no es suficiente para la salud si no se mostrara fuerte en rechazar y destruir los enemigos que nos combaten para que no suceda que seamos vencidos otra vez por nuestras concupiscencias y nuestros fines sean peores que nuestros principios. ¿Os parece ya que nada falta para ser Salvador? Ciertamente faltaría una cosa principalísima si no fuera Padre del siglo futuro, haciendo que por Él resucitemos para la inmortalidad, los mismos que por el padre del siglo presente somos engendrados para la muerte. Aún esto no bastará si como Príncipe de la Paz también nos reconciliara con el Padre a quien ha de entregar el reino para que no sucediese que como hijos de perdición y no de salud, resucitáramos unicamente para la pena. Se multiplicará su imperio verdaderamente de suerte que con razón también se llamará Salvador por la muchedumbre de los que ha de salvar. Y la paz no tendrá fin para que sepas que es verdadera salud, la que no puede temerse que llegue a faltar jamás.

RESUMEN Y COMENTARIO:
Por el pecado de Adán y Eva el ser humano se condena. Cristo nos salva. Sufre la circuncisión sin necesidad, pues éramos nosotros los que precisábamos  que sajaran el cuerpo entero. La circuncisión es al octavo día. Así nos indica que podemos recomenzar gracias a Él. Por eso todas las grandes solemnidades se celebran al octavo día de otra anterior.
Jesús es el auténtico y eterno nombre pero también engloba a otros como el de Salvador (pues son muchos a los que salva), Príncipe de la Paz, pues nos hace hacer la paz con Dios, Consejero, puesto que nos indica el camino de la penitencia, Padre del Siglo Futuro porque nos da la vida eterna. Nos otorga la salud. Cuando hablamos de ella no nos referimos a la salud del cuerpo sino a la del alma.

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