EL OBJETIVO DE ESTA PÁGINA

Recuperar los Sermones de San Bernardo de Claraval para facilitar su conocimiento y divulgación. Acompañar cada sermón con una fotografía, que lo amenice, y un resumen que haga más fácil la lectura. Intentar que, al final de esta aventura intelectual, tengamos un sermón para cada día del año. Un total de 365 sermones. Evidentemente, cualquier comentario será bienvenido y publicado, salvo que su contenido sea ofensivo o esté fuera del tema.

domingo, 20 de octubre de 2013

VIVIMOS EN LA ESPERANZA

San Bernardo de Claraval, Sermón 7 sobre el salmo 90



San Bernardo de Claraval,
Sermón 7 sobre el salmo 90
(1.3.5.6.12: Opera omnia, edit Cister. t. 4, 1966, 412-416. 421)



Vivimos en la esperanza



Vivimos, hermanos, en la esperanza y no nos desanimamos en la prueba presente, pues vivimos a la espera de los gozos indefectibles. Y esta nuestra espera no es vana ni incierta, apoyada como está en las promesas de la eterna verdad. Además, la comprobación de los dones presentes afianza la espera de los futuros, y la eficacia de la gracia presente hace en alto grado creíble la felicidad de la gloria prometida, que indudablemente ha de seguirle. En efecto, el Señor de los ejércitos, él es el Rey de la gloria.



Por lo cual, la piedad ha de sostener varonilmente en este siglo la confrontación, y habrá de padecer con ánimo sereno cualquier persecución. ¿Cómo no va a tolerarlo todo la piedad, ella que es útil para todo, y que tiene en su haber la promesa de la vida presente y de la futura? Resista esforzadamente al impugnador, pues el propugnador asistirá incansable al que resiste, ni faltará al que triunfa el liberalísimo remunerador. Su verdad te rodeará como un escudo.



Glorificad, pues, amadísimos, y llevad entretanto a Cristo en vuestro cuerpo, carga deleitable, peso suave, equipaje saludable, aun cuando a veces pueda antojársenos pesado, aun cuando en ocasiones golpee el costado y flagele al que se muestra recalcitrante, aun cuando alguna vez dome su brío con freno y brida y lo frene para colmo de felicidad. Escuchad, y escuchad en la alegría de vuestro corazón, lo que parece pertenecer a la promesa de la vida futura y es objeto de vuestra esperanza. Donde está vuestro tesoro, allí esté vuestro corazón.



Escuche, pues, el que, con el pensamiento y la avidez, se acerca ya al puerto de salvación; el que habiendo lanzado ante sí, cual áncora, su esperanza, parece haberse firmemente aferrado a aquella tierra envidiable, aguardando todos los días que dura su servicio a que le llegue el relevo. Este es sin ningún género de duda el principal y más seguro acercamiento al puerto; este tipo de vida, en que os desenvolvéis, es una preparación para la partida, es decir, para la llamada de Dios.



Esta, finalmente, es la gracia y la misericordia de Dios para con sus siervos y la visitación para sus santos: que como desentendiéndose de momento de su izquierda,
centre toda su solícita protección sobre la derecha. Es lo que el profeta testifica
de sí mismo: Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. ¡Ojalá estés, oh buen Jesús, siempre a mi derecha! ¡Ojalá me agarres la mano derecha! Pues sé y estoy cierto de ello que no me dañará ninguna adversidad, si no
me domina ninguna maldad.
RESUMEN: Con el Señor a mi derecha, agarrando mi mano, no vacilaré pues me guiará hacia el puerto de la salvación, protegiéndome de maldades y adversidades. Los bienes espirituales que cada día recibimos son anticipo y esperanza de la verdad eterna. Prestemos atención al camino de la salvación como un camino. Si nos llevan por la mano derecha es la vía correcta. La vía izquierda es el camino de perdición. Por otra parte lo que vamos viendo durante el camino, nos anuncia que el final es el esperado y deseado.

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